domingo, 21 de septiembre de 2014

La esperanza, como siempre, va llegando tarde.

Yo ya tenía una botella media vacía y… sin querer queriendo, ya le estaba rimando. Ahora tomo su cintura, la encuentro en el cuerpo de éste lápiz (últimamente ella está en todas partes). Le quito la blusa mientras escribo, la beso mientras me lee.  El amor no es algo que se alquila, pero  odio cuando el hijo de puta viene y me rinde cuentas, y me pide que le haga y que le deshaga; odio entonces cada verso y cada estrofa, insulto todas las vocales menos las de su nombre; hice un intento inútil por desafiarme, me propuse no pensarla, no habitarla, pero la sentí más mía.

No voy a hablar de ella, no voy a hacer mención a sus pestañas largas, ni a sus lunares, esos que tiene en ambos hombros y que tanto le gustan. No hablaré de su risa nerviosa. De lo directas que eran sus palabras. (Y qué idiota era y cuantísimo la amé.) Ni tampoco de cuando se alteraba mientras la veía y pensaba que era lo más bonito que alguna vez tendría en mi vida. De cuando miraba a los gatos negros fijamente porque no le tenía miedo a la mala suerte. Y era, en cierto modo, porque ella era la mala suerte personificada. Y yo, como siempre, me enamoré del caos, del desastre y de su vacío. Más, por mi parte, no la seduje con cigarros, ni rosas rojas, siempre le llevé muy dentro, clavada hasta la puta madre. Llegué a pensar que no había pareja en el mundo más afortunada que nosotras, ya que morderle los labios sabía a felicidad.

Olvidaba mi nombre cuando decía que me amaba, y al olvidar mi nombre sabía quién soy. Soy el cadáver al que le brotan flores, y hoy tampoco le he llevado un girasol. ¿Qué hago con todas esas veces que no voy a escucharle reír, con el vacío de entre mis dedos porque no llegan los suyos kamikazes, a besarlos?, ¿y qué con el dolor extraño de esa forma tan suya de no decirme ya “te amo”, ni por error y sin cuidado? ¿Dónde está?  Ya es Septiembre, he escrito mi nombre, no sé quién soy y necesito que me ame.


Por favor, tú, desconocido,
que me lees y me sufres,
dile a mi chica de ciencias,
que la chica de letras, yo,
siempre más (más, más, más, más, más).
Y que es...
 lo mejor que le va a pasar a alguien más.

Patetismo.

Hoy justamente he escrito algo, pero no me ha gustado el resultado, para variar.  Llevo unos días en los que escribo mucho, también estoy peor. Es  difícil decir siempre todo lo que se siente. Pero se siente. Todo. Siempre. Siempre fui de esas que no saben fingir, de las que necesitan un por qué para todo porque sí. Al mirar atrás, veo que dejé de escribir en mi libreta cuando dejé de querer conocerme más a mí misma. Me di cuenta de que prefiero echarle la culpa a las piedras cuando caigo, cuando el problema está en que siempre voy mirando atrás. He comprendido que a veces es la forma en que caminas, y no el camino, lo que te hace tropezar. Creo que a pesar de un par de duros golpes por parte de la vida, puede que haya sido yo quien haya jodido mi suerte, pues esperando siempre un mal tiempo, es normal que del diario me llueva. Pero lo peor es que sabiendo todo esto, sigo aplastada bajo el peso de mí misma; pues no encuentro la manera de romper lazos con Plutón, ni sus satélites. No consigo reaccionar.

Odio no querer hablar con nadie porque antes de conocer a alguien, ya estoy pensando en qué haré para cagarla y que se vaya de mi vida, es bastante frustrante vivir así, pero se consigue, supongo. Como cuando te odias a ti por ser tú, qué contradicción, ¿no? Si eres lo único que tienes, qué mínimo que llevarte bien contigo. No soy lo que quiero, ni quiero lo que soy. Bueno, supongo que el ser humano es así, o a lo mejor soy yo sola. Qué va.

Ya es bueno que me quiera morir y no sea por amor, quizás una buena razón sería la adicción al tabaco y no a las caderas. Fumar mata. Y finalmente, la muerte no es nada más que poesía. Bien decía Bukowski: “¿Qué puede hacer un poeta sin dolor? Lo necesita tanto como a la máquina de escribir.” Ya sé que pocos gustan de leer un poema tan lleno de imbecilidad y patetismo; un poema que no trasmite confianza, seguridad ni esperanza, o que no ofrece al lector la cabeza de sus propios recuerdos en bandeja de papel… pero necesito escribirlo, porque el escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar, porque éstas sombras no se espantan con un par de días en que todo salga bien, ni con unas palmadas en la espalda, ni aunque me digas a la cara “supérate”; o que soy una idiota, cobarde, o una marica… lo asumo y entiendo todo ello. Tal vez estoy delirando, lo que yo hago no llega ni a poesía, ni a libro, me apetece escribir pero a la vez no digo nada, así que voy a publicar esto y para al cabo de unos minutos, o días, seguramente, acabaré borrándolo por lo subnormal que me siento diciéndolo.

Mi único talento ha sido mantenerme a flote con los pies hundidos en cemento, a costa de parasitar a quienes me quieren, y buscar que me sigan soportando para evitar que pase lo que tiene que pasar. Pero en fin, aquí sigo… Tragando niebla negra.


 “No quiero escribir, no quiero estudiar; quiero, simplemente, ser de verdad; aunque ello me lleve a descubrir que no soy nada…”

—           Julio Cortázar

viernes, 8 de agosto de 2014

La señorita Gatica.

Un miércoles por la tarde tuve una idea estúpida: “¿Me seguirás queriendo dentro de tres, cuatro, o cinco años?” Le dije. “Sí”. Contestó. Con todo y su odio hacia mí. Y es que es triste no encontrar a la persona que nació para uno, pero encontrarla y perderla es una mierda. Así que no necesitaba más. Todo esto empezó porque todo había terminado. Recordé que en algún ataque bajo el efecto de los “para siempres”, le pedí que se casara conmigo, obviamente no en ese momento, sino que siete años después. Aceptó. Yo quería apartarla para mí desde ese preciso y egoísta instante. Ella era como ir corriendo a la estación, sabiendo que el vagón del metro ya había pasado. Necesitaba intentarlo. O simplemente correr. Tenía esa extraña manera de habitarme desde afuera, la sentía en cada movimiento, cuando se reía, cada que bailaba, también ese dolor que nunca terminaba de ser cada que se despedía. Me tranquilizaba el saber, que tenía más esperanza en nosotras que yo en mi misma. 

Teníamos planeada la vida y un romance de esos baratos, ya saben, huir de casa jóvenes y que no importara dormir en una colchoneta sucia del suelo y en calzones, si teníamos nuestros cuerpos como calefacción. En cambio, yo soy de esas patéticas que se creen la diferencia de la sociedad, que huyen a todo lo que les ponga ataduras y les corte las alas. Soy quién tenía la idea de que un papel no hace el compromiso, sino el deseo de querer ser y estar. Pero hasta ahora entendí, que yo quería casarme con Gatica precisamente porque quería con ella todos los pronombres, todas las malditas maneras, formas y lugares habidos y por haber; de la mano, corriendo, peleando, amigas, de novias, extrañas, casadas, dejadas, en un vagón del metro, bajo un árbol, la lluvia, o las sábanas. ¡Todo! Así que permití que me jodiera las hojas blancas. ¡Mira de qué manera trastocaba mis esquemas! Que aún no he decidido, si ponerla en el montoncito de las mejores cosas que me han pasado o en el de las peores. Lo lamentable, es que tengo 17 años, la amo y me dejó. Es una mala combinación. Además de que estoy jodida, no tengo nada que ofrecerle y bueno… me desvié del punto. Quiero que conozca, salga, sané y tal vez, incluso, ame a otros, que yo volveré a buscarla, ya más cambiada, más madura, más valiente y menos pendeja; para qué ahora sí y de una vez por todas, me quiera, mejor, más bonito, sin doler. Y ojalá una tarde de miércoles, dentro de tres, cuatro, o cinco años, Gatica también tenga una idea estúpida y vuelva a bailar conmigo, sin música y con el corazón roto.


Y no, no se equivoquen. Que ya no quiero consuelos ni consejos, que nada tiene de malo, y nada tiene de raro, que se me hubiera roto el corazón, de tanto usarlo. 
Es de madrugada y tal vez ya estés dormida, y tal vez yo ya debería estar durmiendo, pero quiero escribir sobre ti y decirte que te extraño a pesar de que tú no lo hagas, a pesar de que no lo merezca. Que me gustaba cuando me hablabas hasta quedar dormida, y me gustaba que me abrazaras al despertar. Me gustaba dormir a tu lado. Me gustaba besarte los miedos. Me gustaba tener días contigo. Tienes que saber que te agradezco el tiempo que pasamos, las noches que estuvimos, los te quiero que dijimos y los que también callamos. Agradezco haber sido por un tiempo tu sonrisa y el brillo tan hermoso de tu mirada. Agradezco que me hayas querido, que me hayas cuidado, que me hayas aceptado una historia que jamás olvidaré. Cada momento hace una vida, así como cada gota hace un río. Y contigo yo me hice todo un océano. Te agradezco la vida que ahora me quitas, las lágrimas que me dejas y la sonrisa que te llevas. Así sean cosas buenas o cosas malas, contigo fui más que feliz que con cualquiera y será eterno el amor y eterna tu ausencia. Te agradezco que me hayas hecho soñar por los cielos, así haya terminado por los suelos. Pues contigo, no creí tener paracaídas y también creí que no existiría un final. Eres todo eso que desearía tener conmigo, pero que no estoy dispuesta a poseer, puesto que todo aquello que se tiene, en algún momento se pierde y yo, yo no soportaría perderte. No espero que lo entiendas, más sí que me perdones, y si quieres, ojalá me esperes… Que no era nuestro tiempo, ni lugar, tal vez ni siquiera nuestra vida, pero una vez me dijiste… 


¿Recuerdas?

sábado, 21 de junio de 2014

Inviernos de nieve y calor.

Yo siempre he creído que mi forma de escribir es mi forma de doler. Y que a las personas que les gusta cómo escribo, en realidad, les gusta como duelo. En éste caso, cómo dueles.

Tienes que saber que te soñé. Y me fui a la mierda, una, y otra, y otra, y otra maldita vez. Porque recordé lo que estaba tratando de dejar, recordé todo eso que me partía en dos. Ahora volví al inicio. Es como si la vida me dijera: "Mira, aquí tienes, vuelve a intentarlo".


Sé, que en una de esas salgo a buscarte, sé, que corro el riesgo de encontrarte. Ojalá ahí. En ese mismo parque, en esa misma banca, bajo esa misma brisa, y con esa misma sudadera color mamey, que más bien es rosa. 


Pero ésta vez no quiero empezar bajándote la luna, el sol, las estrellas ni las lágrimas. Ésta vez no tengo nada que decir, más que te extraño, más que te amo, más te odio y no soy capaz de odiarte. Que estoy fastidiada de acabar todos mis escritos con un "regresa", con un "quédate" o un "no habrá más reproches". 

Hazme un favor, y dime que me vaya. Porque, si te miro a los ojos una vez más, ya no tendré valor para marcharme.




La canción tenía razón...








sábado, 14 de junio de 2014

Diecisiete.

Nací para huir, hija de un padre escapista y una madre que pinta señales de emergencia.
Predispuesta siempre a otro desastre que sé, no podré lidiar,
la herencia a huir sin retornar igual suele incluírseme en el paquete.
Ningún lugar es mi lugar y no consigo reconocerme en nada, ni en nadie.
No sé echar raíces, y tengo complejo de nube, lejana y ajena.
Tienes que saberlo, cielo; que no es fácil quitarse el pasado y sacarse los miedos.
Al (d)escribirte esto, me di cuenta de que esto es todo lo que tengo.
Pero hay un punto aquí, y siempre has sido tú.
Quiero quedarme, con cada promesa que “quedarme” conlleva.
Sé que lo que está atado a mi nombre, termina en tragedia.
Y estoy consciente de la realidad que te ofrezco,
que te voy a romper a pedazos, porque seguro lo haré, seguro lo harás.
Sé que “para siempre” es nada, y nada un parpadeo.
Y, ¿qué te digo? Que el amor es todo, menos sencillo.
Que quiero complicarme la vida un ratito contigo.

lunes, 2 de junio de 2014

Blanco.

Ayer no pude dormir y después de algunos meses, volví a llorar por ti. Los recuerdos llegaban uno tras otro, y dolía. Era feliz contigo... pero yo no te hice feliz a ti. Y qué mierda que me di cuenta tan tarde. Qué mierda que la gente opine y que hable, que se jodan, que ellos no saben nada, y creo que tú tampoco. Me siento culpable, ¿sabes? Por empezar a ser feliz con alguien, por empezar a amar a alguien que no eres tú y toda esa cosa barata. Quisiera que no devaluaras lo que s(i)ent(o)í por ti, que jamás dejes de creer en lo que te decía, qué gracias a ti hoy soy gran parte de lo que soy. Aunque se lea enredado, sé que entiendes mi punto, o eso espero. 

¿Recuerdas aquella historia del hilo rojo? Pues, existe una parte de ella de la cuál tal vez no sabías. Existe también, un hilo blanco. Vacío. Perdido. Es ese amor que quería que sucediera. Ese amor que quería para toda la vida, pero que terminó en instante y parpadeaste. Somos opuestos, caminamos separadas, hubo un cruce entre nosotras, pero no estábamos destinadas a estar juntas, porque sé que encontrarás al amor de tu vida, tú la encontraste a ella y yo no soy tu hilo rojo, fui esa a la que quisiste y de igual manera yo te quería a ti. Pero aunque llegáramos a estar juntas, no será más que segundos, y lo lamento. A veces, solía decirme: "sé pintar, y pintar el hilo no sería un problema”, pero no me permitiste siquiera despedirme, te levantaste, me abrazaste, y te fuiste. Dolió, duele, y seguirá doliendo… pero ahora sé que los amores fugaces son para siempre, y tú para siempre serás. 

lunes, 26 de mayo de 2014

Declárame la guerra.

Ven, o llévame contigo. No me hagas el amor, que eso ya está muy visto. Declárame la guerra. Quítame las dudas y el vestido, píntame un escalofrío y con la luz apagada recorre la línea de mí espalda. Respira, y a voz bajita y latidos altos dime que me quieres. Deja que mi frente y tu ombligo se hagan buenos amigos, mis manos y tu entrepierna debían conocerse algún día y mira, mis labios te deben un paseo por tu cuerpo, y si me dejas, te lo explico. Desabróchame las ganas, demos paso al huracán. ¿Qué más da si nos escuchan, o si no dormimos? “No importa”. Juguemos al escondite, aunque nos encuentren y nos traten de usted. Que no te enturbien las ganas mis quejidos, que cuanto más me niego, más lo pido. Y no, no me cargues sino estás dispuesta a caer conmigo. Mírame y sonríe, que si no quieres, yo no te muerdo. El sillón nos está llamando, pero ya sabes que yo no acepto a la primera. Anestesiemos a la prisa y a sus ganas de acabar. Dime que no llegará mañana, que buscaremos la forma de que todo sea inmortal. Y dime que la vida son dos días… 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Lo dicho.

Hablo yo aquí como si fuera escritora profesional o algo, dando nombre a textos que nunca verán la luz, pero supongo que así quedan más bonitos, como cuando regalas algo y te empeñas en que el papel que lo envuelve sea de un color apropiado, pero qué mierda, si va a ir a la basura de cualquier forma. Pues algo así. Estoy vacilando. Y es que a estas alturas del partido, me resulta más sencillo escribirlo, que decirlo... Que contigo aprendí a bailar sin música y a querer con el corazón roto. Quiero decir, que a veces, conoces a alguien que sabes que te cambiará la vida. Y lo hace, y lo esperas. Pero, si tienes suerte, conoces a alguien que no esperabas, que no por nada viste avanzar entre la gente, que no por nada vino desde más allá de los colores. Que te haría confiar, creer, hasta llorar. Llorar de felicidad, digo. Suena a locura, ¿te lo imaginas? ¿A que no? No creía en las lágrimas por felicidad, hasta que te abracé. Y me atrevo a decir que jamás me había sentido tan bien en unos brazos. Y es que casa no es dónde haces la cama, sino dónde descansas los huesos, donde se cosen heridas. Ahora todo sabe distinto. Qué puta madre hermoso se ve todo a través de tus ojos. Ya no parece tan jodido eso de despertar del diario desde que estás. ¿Pero qué pasa? "Enamorarse", le dicen. Más bien es como lamerse las tristezas el uno al otro hasta que sonreír se parezca al amor. Querer compartir la vida un ratito contigo, o siempre. Ya no sé si hacerte cosquillas o promesas. O ambas. Pero si sé que no necesito perderte para saber que te he encontrado... La canción se ha acabado, espera que le de play otra vez, que yo sin música no soy. Ya, ya. Lo dicho, que en pocas y muchas palabras, te amo.

sábado, 12 de abril de 2014

Y entre líneas se oculta un "no te vayas".

Hay noches como la de hoy en las que te extraño más, y me da por recordarte, por escribirte. Y es que sólo hay una como tú. Me gustaba que te gustara caer, y caer, y caer otras mil veces. Como si estuvieras convencida de que el abismo también es volar. Y yo me quité las alas para caer contigo. Y te agradezco, te doy las gracias por enseñarme tu manera tan peculiar de volar, aunque terminara por los suelos.
Hoy estoy sentada aquí, buscando la manera de disculparme. Por todo el dolor que nos causamos, por todo lo que nos dijimos, y lo que no. No sé, creo que hay un número limitado de oportunidades para estar con alguien, y nosotras lo estropeamos tantas veces que ya no hubo nada más que hacer. Y que mierda. Pero, la cosa es que nadie me conoce como tú. Sólo tú sabes si me gustará una canción antes de que la escuche. Te ríes de mis chistes antes de que haya terminado de contarlos. Contigo soy más yo que con nadie. Lograste que me quisiera y eso nunca se me olvida. Siempre te amaré -como te lo he dicho “hay cosas que nunca cambian”-. Porque crecimos juntas. Me ayudaste a ser lo que soy ahora.
Hoy también es una de las tantas noches en las que no me dejas dormir. ¿Te das cuenta de que jamás tuvimos una despedida? Es por eso que la herida no cierra… porque la sutura está hecha de puntos suspensivos. Y es que no dejo de pensar en que todas, absolutamente todas las casualidades están llenas de intención, y tú llegaste a mi vida por casualidad; entonces, ¿cuál fue tu intención conmigo? Sí no pensabas quedarte… 
Hoy sólo quisiera decir que por más distancia que haya, nunca logrará convertirse en olvido. Que siempre habrá algo de ti en mí. Y gracias. En quien sea que te conviertas y donde sea que estés, espero que tropieces con mis “Te quiero. Te amo. Te extraño. Te todo. Me todo”, de vez en cuando.

miércoles, 9 de abril de 2014

Abril, 9.

Aquí estoy, pensando en cómo decirte tanto y nada. Y es que tan sólo pensar en que leerás todo esto me pone nerviosa y me tiemblan las letras. Te seré sincera, cuando te conocí no creí que te volverías alguien tan importante para mí. Pienso en ti todo el día. Sanaste la herida abierta que llevaba en el alma, sin siquiera saberlo, sin sospecharlo. Fuiste quien se quedó cuando ni yo misma estaba. Y gracias, oye.

Eres todo lo que esperaba y aún más. Eres la necesidad de lo que no hace falta y sin embargo, cuando no esta me mata. Dicen que el punto está en encontrar a la persona que jamás buscaste; que resulta incómoda de tan perfecta. Así me pasa contigo. No sé si entiendas. Que me gustas. Me gustas porque eres diferente a mí. Me gustas porque día a día voy descubriendo un mundo desigual al mío, el tuyo. Me complementas. Me gusta la manera en la que sonríes y se te arruga la nariz. Me gusta que veas directo a los ojos, sin vacilar. Me gusta que tengas la estatura perfecta para darte besitos en la frente y tomarte de la cintura. Me gusta que al besarme, me acaricies la cara. Me gusta terminar nuestros besos con piquitos y que en medio de una sonrisa volvamos a empezar. Me gustas porque capturas mi curiosidad y mi admiración. Me gusta que seas responsable y que te preocupes por un futuro. Me gusta la manera en la que te desesperas. Me gusta que me retes siempre y que jamás me dejes ganar. Me gusta que así como tú lo haces, yo puedo enseñarte una nueva perspectiva de las cosas. Me gusta que tu voz sea lo primero que escuche al despertar.  Me gusta saber que jamás dejaré de conocer algo nuevo. Y justamente es eso, no sé qué es lo que tienes y eso me encanta.

Como en toda relación existen contratiempos que se empeñan en desgastarnos, pero no. Todo nos hará más fuertes y sé que podremos contra ellos. Porque no existen pretextos ni excusas para alejarme de lo único que me hace feliz. Me gustan los comienzos, porque son los momentos en donde un final parece imposible. Y así quiero seguir, yo no quiero ser un “lo que dure”. Yo quiero ser un “para siempre”. Y te entiendo, eso espanta a cualquiera. Pero por favor, quédate. Te quiero.

09.03.14
09.04.14

lunes, 7 de abril de 2014

Enseñanza y resultado.

Hola, sé que te he descuidado un poco, ya no te he escrito como antes. ¡Te has perdido de tantas cosas! Déjame que te ponga al corriente de unas cuantas. Hace unos días, una maestra me preguntó si alguna vez había esperado a alguien o alguien me había hecho esperar por varias horas y, ¿quieres saber qué le conté? Le hablé de aquella vez en la que te esperé por 5 horas, sólo para darte un paquete de gansitos porque te habías enojado conmigo. ¿Sabes qué me dijo al final de la historia? “Realmente la amabas” Y sí, tiene razón, yo realmente lo hacía, o aún lo hago… o no sé. Debí haber hecho más para demostrarlo. Hace poco me hablaron de ti, me han dicho que estás mejor que nunca, me dio gusto saber que estás bien y que ella te hace feliz. Sé que no soy perfecta, y que hay mejores que yo, cometí muchos errores. Pero, al menos te mantuve una linda sonrisa para que se enamoraran de ti como yo lo hice. No te he de negar que se me contrajo el alma y el corazón al saberlo, y no sé por qué me duele, si se supone que ya me había acostumbrado…  En mi defensa diré que entendí que el olvido no existe; lo que existe es seguir adelante. Y sigo. Cada día te recuerdo menos. Quiero decir, si antes te recordaba 100 veces al día, ahora son sólo 10; y ya sé que se supone que no debo mirar atrás; mira que lo intento, pero también sé que ahí estás tú y tú sigues siendo mi debilidad. Eres demasiada tentación a pesar de saber que nos perdimos antes del comienzo. Creo que necesitaba enamorarme de ti. Creo que necesitaba luchar, llorar, sangrar y fallar. Creo que es necesario tener malas relaciones y malas rupturas. Creo que necesitábamos todo eso para que cuando la persona y la relación correcta llegaran pudiéramos respirar con alivio y decir: “Ah, sí. Así es como debería sentirse.” Necesitábamos aprender a valorar y a valorarnos. Aunque no te lo voy a negar, lamento ser la enseñanza y no el resultado. Pero no me preocupo, cielo. Tú y yo hemos tenido tanta historia, como para que sólo nos dure una vida...

Espérame en la siguiente.

sábado, 5 de abril de 2014

Recuerdo que mirarla dolía.

Ella era como unos anteojos estrellados, esparciendo cristales por el suelo. Pero era hermosa y despertaba mi curiosidad… Hizo que me fijara en todos esos detalles que no debía notar, como la manera en la que sus pestañas se rizan y enmarcan una sonrisa cada que parpadea, o cómo sus carcajadas la dejan sin aliento, formando dos comillas en las mejillas; además, hacía muecas con los labios. También me fijé en la manera desarreglada de su cabello, enmarañado, sí, pero la hacía ver más atractiva. Vi mi reflejo en sus ojos y ella en los míos; todo lo que se podía ver era tristeza. Ella tenía en la mirada mera melancolía, podías sentirla. Y aún con eso, sus ojos no perdían aquel brillo. La vida la había jodido, destrozado. Y yo quería recoger todos esos pedazos, quería juntarlos de nuevo, incluso adherir algunos nuevos; así que lo intenté, de verdad lo hice. Dicen que cuando tratas con una persona rota, debes tener cuidado con sus pedazos, porque cortan. Y así me fue. Por cada vez que trataba de sanarla, más frágil me volvía, pero no me importaba. Quería verla feliz. Cada que la hacía reír, lo único en lo que podía pensar era en que eso era lo que quería hacer el resto de mi vida, verla reír. Empezó a mejorar, de a poquito reunió las piezas suficientes como para levantarse e irse, escapar. Pero no me llevó junto con ella. Y yo me quedé ahí, donde me dejó; preguntándome sí los pedazos que habían quedado tirados eran suyos, o míos. Es difícil y es triste, pero es la decisión correcta. Y siempre será mejor cuando yo no esté. Estará bien y será la luz de otra obscuridad. Y yo no me permitiré pensar en ella. Ahora, tengo miedo de que aunque no regrese nunca conmigo, no se vaya jamás de mí. No sé si entiendan. Que ella era el tipo de amor que recordaré por siempre, pero no el tipo de amor que duraría para siempre.

martes, 11 de marzo de 2014

Acertijo.

Soy un pequeño acertijo que hay que resolver. Pondrás todo tu empeño en hacerlo. Querrás saber que hay detrás de mí. Saber qué escondo. Quién soy. Llamaré tu atención. Y al final, ocurrirán dos cosas; o bien desistes porque no encuentras la solución a ese acertijo. O bien descubres la solución y el interés desaparecerá pues ya habrás encontrado eso por lo que tanto te esforzaste y ya no verás en mí motivo para seguir interesándote. En los dos acabas desapareciendo de mi vida.

lunes, 10 de marzo de 2014

Hoy, me despido de lo que pudimos ser, más no de lo que fuimos.

La mejor manera de saber cuánto quisiste a alguien; es aceptando que ya es feliz con alguien más, porque contigo ya no lo era. Y así contigo. Te quise como no quise a nadie. Te quise de forma exagerada, hasta el punto de que tú eras la protagonista de mi propia historia. Te quise mal. Te quise a mi manera, esa que corrompe y rompe todo lo que toca. Te amé así, porque no sé amar de otra forma. Te amé hasta el punto de dejarte libre para que seas feliz. Te amé incluso más de lo que me amo a mí. Y te sigo amando contra mi voluntad; porque te fuiste y se supone que debería olvidarte. Tengo miedo de seguir amándote; tengo miedo de seguir queriéndote, porque no dejaré de amarte ni de quererte, porque se me hizo fácil amarte y se me hará imposible dejar de quererte. Pero hoy, cariño. Hoy te libero de todo. Te libero de los celos, de las inseguridades; te libero de la sonrisa y las ojeras en las que te contengo; te libero de las promesas que te faltaron por cumplir, de los sueños a futuro y de cualquier sentimiento de culpa que tengas -si es que lo tienes-. De igual manera, me libero de la espera, de la esperanza de volver a ser. Y te doy las gracias, porque a pesar de el daño y las heridas, siempre te recuerdo con alegría. Hoy, también, me despido de lo que pudimos ser, más no de lo que fuimos. De mi parte, te prometo no volver a cometer los errores que cometí contigo, qué mira, me costaron la vida. Y sí, con vida me refiero a ti. 

viernes, 7 de marzo de 2014

Y lo siento, hoy también se me olvidó olvidarte.

¿Recuerdas aquél día en el parque de tu casa? Yo lloraba, y mientras te abrazaba pensaba: “esto va a terminar mal”. Pero no por eso te solté, ni dejé de abrazarte... Llenabas de sentimientos cada uno de tus besos, por eso al tocar tus labios podía sentirse tu corazón. Hay personas que son como el invierno, y se enamoran de unas manos frías. Así contigo y conmigo. Y es que éramos felices… porque aun cuando todo salía mal, nada nos borraba la sonrisa. ¿Puedes volver? Quiero decir, más bien, ¿podemos volver a ser? Ahora que no estás no sé qué hacer conmigo misma. Estoy aburrida de no hablar contigo. No te voy a mentir, hay días en los que logro borrarte de las cosas y parece que todo será más fácil. Pero el tiempo sólo se encarga de decirme que aún no supero nada. Y qué razón tiene, que ni siquiera puedo escuchar las canciones que te gustan, que no he querido oír una vez más tu nombre, ni mirar nuestras fotos sin romperme un poco. A veces me gustaría correr a buscarte y preguntarte si de verdad eres feliz con ella. Si valió la pena... Algún día ya no te extrañaré, supongo. Pero cariño... ese día aún no es hoy, no será mañana, no será pronto, no será fácil, ese día no será. Aquí dueles. Y lo siento, hoy también se me olvidó olvidarte.



miércoles, 5 de marzo de 2014

Desenlace.

Hay momentos en que uno no tiene ningún control sobre su propia vida, las cosas pasan no más. Éste es uno de esos momentos. Lo único que siento es que hay algo que no encaja con el mundo. Y que ese algo soy yo. Sacudo la cabeza como queriendo deshacerme de todos esos pensamientos que hay en ella, sólo los enredo y me golpea la cara el cabello. Recuerdo. Recuerdo. Recuerdo.  Miro al pasado, me miro ahora, y joder, qué mal. Prendo un cigarrillo. Los sentimientos son como el humo entre la niebla. Se mezclan hasta que no te dejan ver. Y tienes que avanzar a ciegas, así que alzo la mirada. Qué bonita luna. Estoy tranquila, y sonrío. Sí, estar tan jodida me causa gracia. Menudo chiste. Silencio. Silencio en la mente también. Creo que en éste momento, soy feliz. Soy feliz con mi tristeza. ¿Cómo? Asumiendo que jamás podrás salir de ella, y qué mínimo que resignarte, ¿no? Simplemente he dejado de luchar, ya no creo que tenga salida, ¿y como sobrevivir? Aprendiendo a convivir con la melancolía, dejar que te arrope en vez de apartarla, ser feliz en la tristeza, no sé, yo no lo veo tan raro, quedarme con mis pequeñas cosas, quedarme con mi soledad y disfrutar de ella, asumir que quizá no sea una enemiga, sino una acompañante. Ya no quiero salir de esto, estoy cómoda en el pozo al que he caído. Es seguro. Mira que las putadas duelen menos cuando te acomodas en el suelo. Uno aprende a base de hostias que no debe tomar la mano que le ayude a levantarse, porque será la misma que le empuje de vuelta. Y cómo duele, oye...

domingo, 16 de febrero de 2014

Sin comentarios.

¿Sabes qué? Estoy hasta la madre de quererte. Lo peor es que no puedo dejar de hacerlo, ¡¿por qué mierda no puedo dejar de hacerlo?! Eres orgullosa, te importa una mierda si hieres con tus palabras o actitudes, siempre te dejas llevar por los impulsos, no piensas, desapareces sin importar cuánto te extrañe, tienes un humor de la vil chingada. ¡Mierda! Aún así te amo. Y eres perfecta. No importa cuántas veces no me contestes los mensajes, me ignores, seas cortante, te vayas cuando quieres y vuelvas cuando te sientes decaída. No importa si quieres a alguien más. No importa si no te importo. Yo siempre soy la pendeja que estará para ti pese a todo, pese a la indiferencia, la distancia, el tiempo, el daño, incluso pese a mi misma. Y me caga. Me caga ser tan estúpida y sentimental. ¡Joder, cariño! Haces que valer verga se sienta bonito. ¡Tú y tu manera tan puñetera de querer! Yo sencillamente no puedo soportar todo esto. Te fuiste y está bien, pero lárgate entonces de mi mente y de mi corazón también. ¡Maldita sea! Ojalá la otra te soporte así, porque de quererte más que a nada, de eso me encargo yo. Y, sí esto no es amor, entonces es lo mejor que puedo darte. Ya está, ahora ve y chinga a tu puta madre.


sábado, 15 de febrero de 2014

Carta #14.

Hoy es 14 de Febrero, como todos ya saben se festeja el "Día del Amor y la Amistad". No lo odio, ni me molesta como a muchas otras personas, incluso pienso que es lindo -aunque a ti no te gusten mucho esas cosas-. Sé que hice mal -o al menos así lo considero- al no dar señal de vida este día tan "importante". Eres mi amiga, ¿cierto? Y tal vez ese sea el problema. Yo no quiero serlo, más bien, no puedo. Y no, no me mal entiendas, que yo intento, eh. Es super lindo hablarnos, bromear, saber de tu día, tontear, llevarnos pesado. Vamos, ya sabes a lo que me refiero, ¿no? Es por eso que decidí no dar pizca de mi existencia. Me imaginé varios de tantos escenarios -como no se me da-, quizás llenarías el inicio del Twitter con tu miel, o qué sé yo; y pues, ya sabes, no quería ver eso, no quería incomodarte con algún comentario pasado que se me llegara a salir, porque me conozco y me conoces, no habría podido con todo eso. Yo de verdad quiero que disfrutes a esa persona al máximo, sin mí estorbándote de ninguna manera porque sé que la quieres, no voy a ser de esas ex que te cagan la vida. No. 

Pensé en llamarte por teléfono, pero lo creí inapropiado. También quise mandarte un texto, pero bueno, yo de por sí te escribo aquí -mira que de café en café y de luna en luna ya te ando armando un libro, eh-. Además, este tipo de sentimientos ya no te los debo expresar. Claro, igual cabe la posibilidad de que ni por error haya pasado mi nombre por tu cabeza, qué más da. Al final, si algún día apareces por aquí, sabrás que no me olvidé. Tengo mala memoria, sí, pero nunca te olvido.

Aquí está todo lo que debí demostrarte éste San Valentín. Y cada día...

Cuando se trata de ti no sé actuar, mis palabras tiemblan y mis manos se ponen ansiosas. Soy una completa inútil cuando se trata de ti. No sé cómo empezar, tampoco qué hacer ni qué decir. No te voy a mentir, esto no era lo que esperaba; aunque si esperaba algo, pero no esto. Lo cierto es que... quería pasarlo contigo... Ya sabes, viajar a Toluca sin decirte nada, prepararte una "sorpresa", esperar a que llegaras de la universidad, notar la expresión de tu cara al verla, al verme; y que sintieras que no podías más con los latidos de tu corazón, que estos fueran cual fuegos artificiales lanzados por mí, ah. ¿Me creerías si te dijera que llevaba planeando esa "sorpresa" desde el 28 de Octubre? 

Pero, la cuestión es que tú eres de esas cosas que rara vez pasan, de esas diminutas casualidades, minúsculas coincidencias, de esas oportunidades que la vida no te da dos veces. Y me atonté. Eres instante, y te da por desaparecer. Te volví a buscar, pero tardé en llegar; alguien más ya te había encontrado. Y te amo. Es la misma cosa. Y lo siento, porque terminamos, pero también porque subestimamos el amor, lo traté como algo que nunca se apartaría de mí y tú lo hiciste a un lado, lo guardaste, creyendo que cuando lo necesitáramos lo sacarías y sería igual. Ya sabemos qué pasó después. Y sí, esa es la parte triste. ¿Qué debo hacer con un amor que ya no es mío y tampoco tuyo? Cuando tomaste las tijeras y cortaste el hilo, caí como una marioneta sin dueño. Ahora que no tengo nada -y con eso me refiero a ti-, me toca volver a buscarme una vida. La que me quedó no me agrada. Mira que no tenerte en mi vida es como pasar una tarde fría sin cigarros. Básicamente, es una grosería. Y así me va.

Te extraño mucho. Y extrañarte mucho, se me hace poco. Creo que te extrañaría incluso si nunca nos hubiéramos conocido. Sé que debo superarlo, blah blah blah, pero dime, ¿cómo superas a la persona que dio todo porque fueras mejor, a quien se recostó en el suelo cuando tú caíste? ¿Cómo superas a esa persona que fue diferente entre todos los demás, a quien sí peleo por éste lugar? ¿Cómo superas a quien en lugar de ahorcarte, uso la cuerda para sujetarte? ¿Cómo superas a lo único que te ha dado una verdadera razón para existir? ¿Cómo te supero? ¿No te parece ingrato?

Puntualmente en cada insomnio, toca preguntarme quién eres, quién somos y en qué quedó todo. El por qué de habernos dejado en ruinas sin querer amontonar nuestros pedazitos para volver a hacernos bonito. A veces, me gusta la idea de que tú seas mi Fermina Daza y yo tu Florentino Ariza, y pensar que hay tiempo suficiente para imaginar cualquier cosa, para creer que aparecerás en cualquier momento, para incluso creer que me buscas. Y así es como logro dormir. Porque un día me dijeron que el pasado tarde o temprano vuelve. Desde entonces tengo la esperanza de volver a verte. 

Y justo después de éste mes...

...

"Quédate". Me parece una bonita declaración de amor.

Tú debes saberlo, tengo malos hábitos,
huelo siempre a tabaco y no me peino.
Soy miedosa y mi risa es escandalosa,
molesto, rasguño y a veces, hasta muerdo.

Tengo cicatrices y pesadillas de vez en cuando. 
Lloro casi todas los días y hago drama por todo.
Rara vez como bien y cuando lo intento no me acabo ni la mitad del plato.
Me gusta dormir tarde, despierto en la madrugada y me cuesta volver a conciliar el sueño.

Suelo perder a las personas intentando hacer que se queden.
Me comparo y siempre pierdo.
Y así podría seguir la lista.
Pero no huyas, por favor...

Quédate a ver lo bueno, eso que nadie ha visto...

Quédate para que te haga cariños en el cabello, 
y te jale de las expansiones para darte un beso.
Quédate para que veamos las constelaciones, 
y pueda ser astronauta de tus lunares.

Quédate para despertar todos los días viéndote despertar.
Quédate porque sonreír es mucho más bonito cuando lo hago porque lo haces tú.
Quédate porque un minuto contigo vale más que mil años con quién sea,
que el tiempo se me pierde, si no te lo doy.

Quédate para que te haga el desayuno, aunque no sepa hacerlo,
para compartir un pan de dulce, un gansito quizá.
Quédate para bañarnos o no bañarnos
y quedarnos en el sillón a cantar el resto del día.

Quédate para salir a caminar a cualquier parte
y tostarnos la carne en un día soleado.
Quédate para ser tu abrigo en los días de frío.
Quédate porque me sentiría perdida si te suelto de la cintura.

Quédate, que la vida sin ti es un desperdicio,
que la verdad el mundo sería bastante aburrido sin tu existencia.
Y si, con eso te digo que me parecería de lo más bonito tomarnos de la mano,
abrazarte por la espalda y besarnos frente a los demás.
Que sepan que te amo. Y que felicidad es sinónimo de estar contigo.



miércoles, 12 de febrero de 2014

¡Corre!

Hoy salí a fumar -como casi siempre-, me dí cuanta de que fumo mucho, era el último cigarro de la cajetilla que había comprado, qué rápido se acaban, eh. Normalmente fumo en el patiesillo que esta atrás de mi casa, está techado y tiene una protección para que no se meta nadie por ahí, creo que el tanque estaba mal apretado porque se escapaba, así que olía a gas. 

Es muy manía mía expulsar el humo hacia arriba ya que a mí me gusta ver el cielo, pero me costaba respirar aire fresco, eso me inquietaba bastante. Además, la protección más bien parecía jaula, me sentía asfixiada, sin salida, me entró cierto pánico pero, ¿a qué? Nadie podría hacerme daño ahí, estaba sola... Tenía unas inmensas ganas de correr. Correr a no sé dónde, pero lejos, sin detenerme, sin mirar atrás. Pero, correr ¿de qué, de quién? Eso me llevó a pensar que no era otra cosa más que yo, no puedo deshacerme de mí, así me siento, atrapada en mí misma, a veces llego a pensar que alguien más está dentro mío, alguien que lastima a las personas que quiere, que destruye todo lo que toca o está cerca de ella, alguien que debe estar ahí, encerrada, distante de todo y todos para no hacer daño. Y es que ¡hay que detenerla! La única manera de hacerlo es esa, que se quede en mí, a la única que le podría hacer daño será a mí, y es mejor así...


¡Huyan! ¡Aléjense! ¡¿Qué acaso no se dan cuenta, joder?! ¡Los va a hundir! No los quiero cerca, ¡¿qué no entienden que los estoy salvando?! Yo no puedo escapar de ella y de todo lo que ha echo, pero ustedes sí y deben hacerlo. Los voy a obligar a irse.... 

Ahuyento a todos los que tratan de ayudarme ...necesito su ayuda, los necesito... 

¡Pero no! Estoy rota y corto, hago que sangren, que duela. No quiero eso para ustedes, no lo merecen, yo sí. 

Al final del día es difícil saber quién de las dos soy yo. Me aterra la respuesta. 
No puedo cuidarme, está en todas partes, no soy lo suficientemente fuerte para salvarme, no hay salida, pero puedo cuidarlos a ustedes. Háganlo fácil, ¿vale? Déjenme sola que ésta pelea es mía y quiero ganarle... 


martes, 4 de febrero de 2014

No se callan.

No se callan. Gritan. "Es tu culpa" "Estoy harta de ti" "Hagan que ésto pare" "No sabes hacer nada bien" "Estorbo" "No puedo con esto" "Ayuda" "Tonta" "A nadie le importas". Te ahogas en palabras que no dijiste nunca y que, por supuesto, nunca dirás. Corres. Corres hasta caer al suelo. Caes. Caes. Caes más hondo. Arañas tu cara en un intento de que ésta desaparezca. "Lo mereces". ¡Al fin! La encontraste... Arrastras la cuchilla. Lineas color carmín aparecen en tu piel. Gritas hasta desgarrar tu garganta. No controlas el llanto. No controlas los cortes, 15, ahora 20... No se callan. "No vales una mierda" "Nadie te quiere, ¿me oyes? nadie". ¡Más profundo! Ves la sangre correr. Que escueza. Que escueza y que te sientas bien sabiendo que el dolor es merecido. Sentir el dolor físico hasta que no puedas más y se convierta en dolor psicológico. ¡Siguen sin callar! "No es suficiente" "Eres un error" "Ni tu familia te soporta". Odias al mundo porque te odias a ti. Último corte. Alzas la mirada hacia el espejo. No se callan. "Das pena" "Patética" "Lo volviste a hacer". Lloras. No hay que dejar rastro. Lávate la cara. Sonríes, que no lo noten. Te da miedo ir a la cama. Las voces, ¿cuándo se van a callar? No se callan. Giras en la cama. Nudos en la garganta. Duermes para no pensar. Pesadillas. Gritos a media noche. ¡No se callan! Despiertas. Lloras. ¿Por qué no moriste mientras dormías? Sonríes. Ocultas tus brazos. La misma mierda. No se callan. "Haznos un favor, muérete";




Acabar el texto con ";" es intencional.

sábado, 1 de febrero de 2014

Las últimas horas.

Primeramente quedo en shock, el momento en el que al fin todo acabe ya está presente y yo no me lo creo, siempre elaboré miles de escenarios en los que podría pasar y ahora que lo tengo en puerta sencillamente no sabría cómo reaccionar. Todos los planes que tenía a futuro se me vienen como bombas, y duelen, me han sido arrebatados sin siquiera preguntar, es lo de menos, supongo. Veo la cara de mi madre y mi hermano, trato de ponerme en sus zapatos; mi mamá arrepentida por todas esas palabras que dijo y también las que no dijo, creyendo que todo es su culpa, pero no, es mía. Mi hermano, dándole una taquicardia por la noticia, él siempre tan oportuno, pero en el fondo sabe que ya no tendrá a quién puñetear por diversión o simplemente por costumbre. Me quiere y también le quiero. Claro tratan de salvarme y obvio yo no lo quiero así. Es tiempo.

Debido a que sigo pasmada salgo a tomar aire fresco y desenredar ideas. Pienso: "A ver, ¿qué sigue?", mientras suena Love Of Lesbian y me fumo una cajetilla completa, total, ¿qué más da? Moriré, ¿no es cierto? Finalizando esto mi mente, la ruidosa, la problema, la demente, al fin está quieta, qué curioso. "Que bonito está el cielo, ¿estaré yo ahí, después de que todo esto termine? ¿A dónde se va el alma cuando se cansó de un cuerpo? ¿Me acordaré de que fui yo cuando sea otra?" Y así se me va el tiempo hasta que sale mi madre diciendo que no hay tiempo que perder en tonterías. "Pero madre, el tiempo está contado y yo sólo quiero ver el cielo", le digo.

En casa todo es tragedia, tienen cara como si alguien fuera a morir... "JA", río en mi interior, sí, aún soy un poco sarcástica. Veo a mi mamá coger el teléfono y empezar a llamar gente, me hace notar que ya es hora de avisarle a los "seres queridos". Ella llamaría a la "familia" que ni siquiera me conoce, ¡uy! Ya los vi llorando como sí les hubiera importado: "Era una gran chica, no se merecía eso" "Un ejemplo para los niños, la recordaremos siempre" ¡Mentiras de mierda! Por mi parte claro, llamo a uno que otro amigo, la mayoría lejanos pero a fin de cuentas, amigos. ¡Tendrían que venir! Habría que hacer una fiesta, una en la que acabemos hasta el culo, una memorable, dijera mi amigo Armin. Tengo que mostrar calma, ahora me toca ser fuerte por ellos, ayudarles a decirme adiós, hacerlos prometer que seguirán con sus vidas, pero ahora recordándome al menos una vez al día porque ya saben lo que dicen, "uno muere realmente hasta que su nombre se deja de decir". Dejo instrucciones a todos, los últimos consejos, las últimas palabras de aliento, a cada uno. Les recuerdo todo lo que les amo y significan para y mi y les doy las gracias. Sí, este día ya no soy piedra. Le pido perdón a Ems, por no conocernos antes, porque tendría que conocerme en un ataúd o una caja, qué sé yo.

Pero el final, el final lo paso con C. Le pido un último beso, un último abrazo, un último momento. “Perdón por no poder ser suficiente como para quedarme. No es que no te haya querido. Es que te quise mal. Te quise a mi manera. Esa manera que corrompe y rompe todo lo que se toca. Esa manera de querer en la que de tanto miedo, acabas por odiar. No sé. Creo que te quise muy a mi forma. Muy yo. Y, ¿sabes que me odio, no? Pues, cuando una persona que se odia, quiere a otra, esta forma de querer es... diferente. Peculiar. Contradictoria. Es dañina para ambas. Porque no sabe querer. Cree que quiere pero en realidad daña. Y es por eso que decidí irme. No me odies. Solo no supe estar a la altura. No supe amar cuando lo único que reside en mí es odio. No hay espacio aquí para sentimientos positivos. Ya ves. Y oye, tú siempre me has dicho que no te dijera que te echaba de menos, que mentía. Que no me creías. Pero, ¿sabes? Te he echado de menos. Y te echaré de menos. Perdóname." Eso le digo. Le ruego que siga su vida y que cumpla todas esas cosas que le prometí. Le digo que ella fue la última, que ella fue la indicada, aunque yo no lo haya sido para ella. Y, sin quitar la mirada de sus ojos le pido: “Cuéntame una historia. Cuéntame una mentira. Una donde nadie se va, donde nadie se rompe, donde el amor no se acaba, donde somos para siempre”. Y morir con un “Te amo” en los labios.

C. rompe en llanto y entran los demás, ella sin soltarme de la mano y los demás moviendo todo para el funeral. Supongo que será católico, creo que me da igual, será la voluntad de mi mamá. Mi papá, como siempre, llegó del vuelo a última hora al rosario. Me incineran, soy polvo, soy calma. Se acabó. La falacia terminó. Después de eso llegan miles de mensajes diciendo lo mucho que les hago falta, bola de idiotas. Yo, regocijadamente en algún vacío, me muevo como el aire...

viernes, 31 de enero de 2014

Ella es arte.



Me gustaban sus ojos tristes, porque con todo y eso contenían brillos inmortales, encontraba galaxias que aún no conocía. Quería conocerlas, me sentía astronauta. Y sus pestañas, sus pestañas eran niebla. 
Me gustó porque sus manos eran raíces, me mantenían estable, segura, viva.
Me gustó porque no se preocupa por impresionar, es defectuosa, realista y radical, bizarra, dañada. Me recordaba que nada en la vida era perfecto, sino real. Es calma y es caos.
Me gustó porque tenía secretos, cicatrices que cuentan historias y un pasado que la hacía actuar de forma peculiar. Me recordaba que yo tenía un lado curioso e intrépido que destacar, que nunca acabaría de re-inventarme.
Me gustó porque me convertía en alguien diferente, día tras día, en la ilusión de una valiente, fuerte, alguien nuevo.
Me gusto porque dolía. Quererla dolía. Alguien tenía que ensuciarme, hacerme pisar la tierra. Aquí se resume mi teoría surrealista acerca del cielo y el infierno. Ella es ambos.
"Mentira. Ni me salvó, ni la salvé. Sólo cavamos nuestra tumba con el tiempo, pero escribimos juntas el epitafio: — Por lo menos, lo intentamos."
A veces puedes equivocarte mucho con una persona.


 ...

Soy instante.


Soy una decena de tazas de café con poco azúcar, y la mitad de una pieza de pan que no me dio tiempo de terminar. 

Quizás algo de agua con limón y sin azúcar, para darle un toque ácido a la vida.
Soy letras, nicotina, niebla, dolor ajeno, risas vacías, retazos de capítulos de series que ya nadie ve pero de los que todos son fanáticos, un par de estrellas apagadas cuya desaparición nadie nota.
Soy esa canción en tu reproductor que siempre te saltas, pero nunca borras porque sabes que algún día vas a querer escucharla.
También soy ojeras y bolsas llenas de memorias en los ojos.
Soy las lágrimas de las hojas de los árboles que quedan cuando acaba de llover.
Soy el bache que todos evitan en el camino, lugares a los que nunca he ido, pero he estado.
Rota como las medias, y sin par como los calcetines.
Soy herida, pero también he sido cicatriz. 

5:00 A.M.

Todas las noches es lo mismo, me siento en el suelo y pienso, pienso en qué hice mal para que dejaras de quererme, por qué te fuiste, pienso en todos los “hubiera” que tal vez debí hacer para que te quedaras, pienso en lo patética que soy extrañándote por las madrugadas mientras tú duermes soñando con otra persona. Lloro, y me inundo de recuerdos, de lugares y canciones que eran nuestras, lloro por todos los planes que no realizamos y todas las promesas que no cumplimos. Lloro por la vida que me arrebataron, esa que quería vivir contigo y con nadie más. ¿A dónde se fue todo eso? ¿A dónde se fue tu cariño? Díganme, me quiero ir junto con él, ¿volverá? Porque yo lo sigo esperando, ¿por qué te sigo esperando? Sé que ya no vas a volver, pero como quisiera que así fuera, como quisiera verte caminar hacia mi como la primera vez y tomarte de la mano. Y me sobraban las palabras cuando tú te tenías que ir, así que las guardaba en mi cuaderno para no olvidarlas. Lo único que pude hacer es ver cómo te ibas, lo único que gané fue extrañarte. Te quiero más de lo que puedo. Ya no puedo imaginar un futuro, no lo quiero sin ti. Ya no puedo recordar un pasado en el que no estés tú. Ni siquiera tengo un presente. Dicen que sólo una vez en la vida conoces a alguien que divida el tiempo en dos épocas, antes y después de conocerla. Y así me va.
Todas las noches me culpo por perderte, pero hoy entendí que no es así, es diferente. Yo siempre he sido la misma insegura, rota, celosa, dramática, y perdida de siempre, yo siempre he sido este desastre de persona, ¿por qué antes eso no te importaba? ¿Por qué ahora te molesta? Dime, ¿si ella no hubiera aparecido, lo nuestro habría terminado, habrías dejado de quererme? 
Como sea, aquí estoy, escribiéndote para decir te quiero, sé que siempre termino los mensajes diciéndolo, pero es que me da pánico que se te olvide. No importa que le demuestre al mundo que te he superado, sólo es una mentira que espero creerme yo misma. No espero que me quieras como yo te quiero, yo no estoy condicionándote. Y, aunque no vuelvas, yo cumpliré la parte de nuestra promesa, yo te querré siempre. "El amor nace de tiempos difíciles". 


Cuando quieras puedes regresar, yo nunca me he ido…

sábado, 11 de enero de 2014

Dejo mi corazón aquí, contigo.

Aquí, como en todos los cuentos existe una princesa. Ella llegó cuando menos lo esperaba, ella llegó a salvarme. Muchos se enamoran así, como yo, por una red social, pero pocos tienen la suerte que tuve. ¡Vivía en la misma ciudad que yo! Ni siquiera en el mismo país, ni estado, ¡la misma ciudad! A 20 minutos, para ser exactos, estudiaba a una cuadra de mi preparatoria, ¿quién lo diría? Yo no soy de las personas que creen en un destino, pero con ella dudé.

¡Carajo! Todo era tan hermoso cuando estaba con ella, que interesante era que sólo con ver mi reflejo en sus ojos mi mundo se arreglara. Es la única persona que me ha hecho sentir que importo, la única que ha podido hacerme sentir bonita, segura de mí misma. Con ella las sonrisas no eran fingidas. Parecía imposible, había encontrado un motivo para seguir aquí, para quedarme y seguir intentando el día a día.

¡Vaya que teníamos problemas! Ambas somos tan diferentes, en todo, lo único que teníamos en común era el cariño por la otra. Tuvimos tantas caídas, éramos como una resbaladilla. Sí bien no nos conocimos en la situación correcta, sé y estoy segura de que ella era, es la correcta, es la indicada. La distancia no ayudó mucho, me mudé dos veces y tuve que dejar de verla…

Eso no importaba, decíamos. Y fuimos “novias”, sí, lo escribo con comillas, ni siquiera eso parecíamos. Yo llena de inseguridades, celos, pero sobre todo, miedo, miedo de que alguien más notara todo lo que ella es, que alguien más la hiciera sonreír, el sólo hecho de pensarlo a diario me enfermaba, y al parecer a ella también.

Cometí muchos errores que nos desgastaron, olvidamos cómo solíamos ser, como llevarnos bien y ella, simplemente se cansó, se le acabó el amor por mí, lo maté. Nunca me arrepiento de nada, de nada más que de no haber sabido hacer bien las cosas con ella, de no saber salir de cosas por ella…

Llegó alguien más que le devolvió la ilusión al rostro, obviamente me devasté pero, ¿saben? Yo lo que más quería es que ella fuera feliz, sí esa era la forma en la que iba a conseguirlo, por mí estaba bien. ¡Mierda! Yo la amo.

Mi vida tal vez no sea peor que la de algunos otros, pero es un desastre, todo estaba mal, me atrevo a decir que le debo días de vida a ella, tal vez ni siquiera estaría escribiendo esto si no la hubiera conocido. Tantas veces estuve a punto de acabarlo todo, y lo único que me detuvo fue su “Te quiero”, sus abrazos, sólo estoy aquí por ella. Ambas estamos rotas, prometimos esquivar los golpes. Prometimos tantas cosas que ahora tal vez ni siquiera se cumplan, ¿por qué? Bien, le acaban de diagnosticar leucemia, el amor de mi vida tiene Cáncer. Y ahora en lo único que pienso es en correr a su lado y no separarme de ella ni una milésima de segundo. Quiero que se acabe en mis labios, en mis brazos. ¡Y no puedo! No puedo hacer nada por ella y eso me frustra. Muchos me dicen que soy una idiota en pensar eso, que puede tratarse y salir de esta, pero ustedes no la conocen como yo. ¡Ella no peleará! Ni siquiera se dará la oportunidad de luchar contra esto, sé que puede. Sólo se dejará morir, y me llevará junto con ella. No me imagino una vida en la que ella no exista, no la imagino, no me gusta, no la quiero, ¡me niego a aceptarlo! ¡PUTA VIDA! Le regalaría mi vida para arreglar la suya. ¿Por qué tiene que ser así? Ahora me siento tan mierda por no haber dado todo de mí cuando estaba con ella, cuando me dio la oportunidad de quererla.

¡Me duele! Me duelen los planes que no realizaremos, los besos que dejé de darle. Me duelen las mañanas que no viviré a su lado, las gemelas que no veremos correr por el pasillo y el perro que no tendremos. Me duele la vida juntas que nos ha sido arrebatada. Duele cuando aún no terminas de leer la historia y de la nada dejas de leer el libro.

Jamás volveré a sentir lo que ella hizo en mí, jamás volveré a amar así. Sí, tienen razón, no es la primera vez que me enamoro, pero es la primera vez en la que me enamoraba. Y ella nunca lo sabrá, no sabrá que es lo único bueno que me ha pasado en la vida, no sabrá que cada que me hablan de amor, yo me acuerdo de ella. No sabrá que yo vivo para ella. No sabrá que si ella no hace algo por salvarse, nos matará a ambas.




Te amo Plutón, no importa en qué vida leas esto. Esquivaremos los golpes mi vida, y estaré junto a ti, cuidándote el resto de mis días. Siempre serás mi sonrisa favorita. Te todo. Me todo. Nos todo.