El mañana se ensombrece al mirar por la ventana y ver que no cambia nada. Mientras fuma un cigarrillo piensa que un futuro al lado de ella sería hermoso, sencillo. Le conoció y no sé dará por vencido, aunque dejen cicatrices las piedras por el camino. Cuando el corazón arde y es indomable, la verdad siempre buscará un culpable.
Dicen que la vida da mil vueltas, pero ninguna ellas la trajo de regreso. Cambió y cambié yo junto con ella, nada puede ser dos veces de la misma manera. Me gustaba tropezar, cuando ella era la piedra. Recuerdo que apareció cuando dije “No volveré a sentirme así otra vez” y veme aquí, sintiendo precisamente lo que quería evitar. Hay que aceptar que algunas personas llegan como una felicidad temporal. Ya no busco a nadie, quiero que me encuentren.
Entre fieles compañeros fui otro pasajero más, otro eslabón de una cadena, cambió el rumbo. ¿Cambió el mundo? ¡No! Cambiaron solo sus asuntos. Y condenado a navegar entre dos mares, entre dos ciudades, dos historias, entregué mi vida, si, la puse sobre un papel, creé mis propias directrices, escribí letras con sangre de heridas que hoy son cicatrices. Todo para ser su luz cuando anochezca.
Al final uno escribe su propia historia solo… A veces, algunos son sólo personajes secundarios, presentes en uno o dos capítulos de nuestra vida, encuentros y perdidas nos hacen quiénes somos. Se fueron, no sé si yo lo hice o ellos lo decidieron, pero me tengo a mí, aunque no me caiga bien… Soy pasajera en el andén de sus sonrisas, en el tren de sus recuerdos o sus olvidos, mañana me olvidarán, o me recordarán. Debo confesar que ahora que está, me da miedo perderle, me da miedo conocer y desconocer conociendo. De tantas personas que entran y salen, mi corazón parece hotel de paso. Me limito a sonreír fingidamente, me limito a que estén el tiempo que lo necesiten y se vayan cuando hayan aprendido algo, cuando haya dejado huella… Siempre tendré visitas…
Nuestra naturaleza es un lenguaje. ¿lo entiendes? La vida es un misterio, ¿lo ves? Tienes miles de caminos, ¿cuál debes tomar? ¿Acaso las oportunidades están ahí para dejarlas pasar?
¿Te has sentado a la sombra de un árbol a meditar? No te imaginas cuanta paz te puede dar, el sentarte y ver a la gente pasar, sentarte a imaginar, “¿cómo será su vida? ¿y si tiene problemas peores que los míos?” normalmente en esas cosas me pongo a pensar. Siéntate sólo a fumar, a ver cómo el estrés se va, solo necesitaste concentrarte en respirar, inhalar y exhalar. No es tan complicado, ¿cierto?
La vida carece de sentido, sencillamente es algo que pasa, tú decides cómo y con quién, creo que nos tardamos mucho en entender que a éste lugar se viene a dejar huella, dicen que mueres dos veces, la habitual, que todo mundo conoce, y cuando se pronuncia tú nombre por última vez. Hay maneras de vivir como personas en la Tierra, yo elegiré la que me haga “feliz”, o la que más me acerque a estarlo.
La vida carece de sentido, sencillamente es algo que pasa, tú decides cómo y con quién, creo que nos tardamos mucho en entender que a éste lugar se viene a dejar huella, dicen que mueres dos veces, la habitual, que todo mundo conoce, y cuando se pronuncia tú nombre por última vez. Hay maneras de vivir como personas en la Tierra, yo elegiré la que me haga “feliz”, o la que más me acerque a estarlo.
Hoy sé que el viento con el tiempo solo trae lamentos. Consumo mi esperanza, hay días en que solamente charlo con mi desánimo. Suelo sentarme a recordar pues ya es mi único alijo, mi sentir hasta aquí me condujo y se contradijo. ¿Sabes cuánto daría por verle y por poder hablarle? Reflexión que se esfuma, vuelvo a vivir el presente, solo se oye llanto, suspiros y una canción doliente.
¿Sabes cuántas noches me he sentado sólo a pensarle? Querer a veces duele, pero que duela prueba que entregaste todo, le dí y perdí todo, incluyéndome a mí… “Qué hubiera pasado sí…”, esa siempre es la tortura que no deja dormir. Sé que los recuerdos que me quedaron ahora son los que no me dejarán morir. Hoy, como todas las noches desde su partida, una taza de café, sonrisas que hacen eco, las ojeras, palabras que no dije, esperanzas rotas y un amanecer al pie de mi cama son mi compañía. Hoy, la diferencia es que ya no espero, ya no la espero, me aburrí de dar y darme lástima. Sé que puedo caminar y sentarme a charlar en el parque donde por primera vez la pude besar y no dolerá. Muchos me preguntarán cómo le hice para olvidar, pero el secreto está en poder recordar sin que duela y, para eso amigo mío, para eso uno debe perdonarse a sí mismo, perdonarnos por no haber echo lo suficiente, o por haber dado demasiado; me fui con la satisfacción de haberle dado todo, todo, incluyéndome a mí.