Yo ya tenía una botella media vacía y… sin querer queriendo,
ya le estaba rimando. Ahora tomo su cintura, la encuentro en el cuerpo de éste
lápiz (últimamente ella está en todas partes). Le quito la blusa mientras escribo,
la beso mientras me lee. El amor no es
algo que se alquila, pero odio cuando el
hijo de puta viene y me rinde cuentas, y me pide que le haga y que le deshaga;
odio entonces cada verso y cada estrofa, insulto todas las vocales menos las de
su nombre; hice un intento inútil por desafiarme, me propuse no pensarla, no
habitarla, pero la sentí más mía.
No voy a hablar de ella, no voy a hacer mención a sus
pestañas largas, ni a sus lunares, esos que tiene en ambos hombros y que tanto
le gustan. No hablaré de su risa nerviosa. De lo directas que eran sus
palabras. (Y qué idiota era y cuantísimo la amé.) Ni tampoco de cuando se
alteraba mientras la veía y pensaba que era lo más bonito que alguna vez
tendría en mi vida. De cuando miraba a los gatos negros fijamente porque no le
tenía miedo a la mala suerte. Y era, en cierto modo, porque ella era la mala
suerte personificada. Y yo, como siempre, me enamoré del caos, del desastre y
de su vacío. Más, por mi parte, no la seduje con cigarros, ni rosas rojas,
siempre le llevé muy dentro, clavada hasta la puta madre. Llegué a pensar que
no había pareja en el mundo más afortunada que nosotras, ya que morderle los
labios sabía a felicidad.
Olvidaba mi nombre cuando decía que me amaba, y al olvidar
mi nombre sabía quién soy. Soy el cadáver al que le brotan flores, y hoy
tampoco le he llevado un girasol. ¿Qué hago con todas esas veces que no voy a
escucharle reír, con el vacío de entre mis dedos porque no llegan los suyos
kamikazes, a besarlos?, ¿y qué con el dolor extraño de esa forma tan suya de no
decirme ya “te amo”, ni por error y sin cuidado? ¿Dónde está? Ya es Septiembre, he escrito mi nombre, no sé
quién soy y necesito que me ame.
Por favor, tú, desconocido,
que me lees y me sufres,
dile a mi chica de ciencias,
que la chica de letras, yo,
siempre más (más, más, más, más, más).
Y que es...
lo mejor que le va a pasar a alguien más.
que me lees y me sufres,
dile a mi chica de ciencias,
que la chica de letras, yo,
siempre más (más, más, más, más, más).
Y que es...
lo mejor que le va a pasar a alguien más.