lunes, 2 de junio de 2014

Blanco.

Ayer no pude dormir y después de algunos meses, volví a llorar por ti. Los recuerdos llegaban uno tras otro, y dolía. Era feliz contigo... pero yo no te hice feliz a ti. Y qué mierda que me di cuenta tan tarde. Qué mierda que la gente opine y que hable, que se jodan, que ellos no saben nada, y creo que tú tampoco. Me siento culpable, ¿sabes? Por empezar a ser feliz con alguien, por empezar a amar a alguien que no eres tú y toda esa cosa barata. Quisiera que no devaluaras lo que s(i)ent(o)í por ti, que jamás dejes de creer en lo que te decía, qué gracias a ti hoy soy gran parte de lo que soy. Aunque se lea enredado, sé que entiendes mi punto, o eso espero. 

¿Recuerdas aquella historia del hilo rojo? Pues, existe una parte de ella de la cuál tal vez no sabías. Existe también, un hilo blanco. Vacío. Perdido. Es ese amor que quería que sucediera. Ese amor que quería para toda la vida, pero que terminó en instante y parpadeaste. Somos opuestos, caminamos separadas, hubo un cruce entre nosotras, pero no estábamos destinadas a estar juntas, porque sé que encontrarás al amor de tu vida, tú la encontraste a ella y yo no soy tu hilo rojo, fui esa a la que quisiste y de igual manera yo te quería a ti. Pero aunque llegáramos a estar juntas, no será más que segundos, y lo lamento. A veces, solía decirme: "sé pintar, y pintar el hilo no sería un problema”, pero no me permitiste siquiera despedirme, te levantaste, me abrazaste, y te fuiste. Dolió, duele, y seguirá doliendo… pero ahora sé que los amores fugaces son para siempre, y tú para siempre serás.