Ven, o llévame contigo. No me hagas el amor, que eso ya está
muy visto. Declárame la guerra. Quítame las dudas y el vestido, píntame un
escalofrío y con la luz apagada recorre la línea de mí espalda. Respira, y a voz bajita y latidos altos dime que me quieres. Deja
que mi frente y tu ombligo se hagan buenos amigos, mis manos y tu entrepierna
debían conocerse algún día y mira, mis labios te deben un paseo por tu cuerpo,
y si me dejas, te lo explico. Desabróchame las ganas, demos paso al huracán. ¿Qué
más da si nos escuchan, o si no dormimos? “No importa”. Juguemos al escondite,
aunque nos encuentren y nos traten de usted. Que no te enturbien las ganas mis
quejidos, que cuanto más me niego, más lo pido. Y no, no me cargues sino estás
dispuesta a caer conmigo. Mírame y sonríe, que si no quieres, yo no te muerdo. El
sillón nos está llamando, pero ya sabes que yo no acepto a la primera. Anestesiemos
a la prisa y a sus ganas de acabar. Dime que no llegará mañana, que buscaremos
la forma de que todo sea inmortal. Y dime que la vida son dos días…