miércoles, 5 de marzo de 2014

Desenlace.

Hay momentos en que uno no tiene ningún control sobre su propia vida, las cosas pasan no más. Éste es uno de esos momentos. Lo único que siento es que hay algo que no encaja con el mundo. Y que ese algo soy yo. Sacudo la cabeza como queriendo deshacerme de todos esos pensamientos que hay en ella, sólo los enredo y me golpea la cara el cabello. Recuerdo. Recuerdo. Recuerdo.  Miro al pasado, me miro ahora, y joder, qué mal. Prendo un cigarrillo. Los sentimientos son como el humo entre la niebla. Se mezclan hasta que no te dejan ver. Y tienes que avanzar a ciegas, así que alzo la mirada. Qué bonita luna. Estoy tranquila, y sonrío. Sí, estar tan jodida me causa gracia. Menudo chiste. Silencio. Silencio en la mente también. Creo que en éste momento, soy feliz. Soy feliz con mi tristeza. ¿Cómo? Asumiendo que jamás podrás salir de ella, y qué mínimo que resignarte, ¿no? Simplemente he dejado de luchar, ya no creo que tenga salida, ¿y como sobrevivir? Aprendiendo a convivir con la melancolía, dejar que te arrope en vez de apartarla, ser feliz en la tristeza, no sé, yo no lo veo tan raro, quedarme con mis pequeñas cosas, quedarme con mi soledad y disfrutar de ella, asumir que quizá no sea una enemiga, sino una acompañante. Ya no quiero salir de esto, estoy cómoda en el pozo al que he caído. Es seguro. Mira que las putadas duelen menos cuando te acomodas en el suelo. Uno aprende a base de hostias que no debe tomar la mano que le ayude a levantarse, porque será la misma que le empuje de vuelta. Y cómo duele, oye...