¿Distancia? Vaya patada del destino, ¿eh? Quiero decir, a mi
qué mierda me importaría recorrer cien mil kilómetros para darme cuenta de que
me he olvidado en casa, si me acompañas de vuelta. Me olvidé y regresaré para
encontrarme en tus ojos de gato. Veremos atardecer desde otros ojos, o en mitad
de cualquier beso, nos darán ataques de risa que durarán toda la tristeza, que
se quedará esperando su turno. Venga, sé que nunca sé lo que quiero, pero
corazón, sé que te quiero. Quiero
detener las horas, haré que olvides de una vez al mundo entero. Porque, lo que
quiero decir es que no quiero tus manos en otras manos, no quiero verme en
otros ojos y no quiero callarme en otros labios. Escucharemos a los Smashings
en el radio. Y la brisa nos zarandeará las melenas. Respiraré lo que exhale tu
boca. Y haremos el amor cuando nos de la gana; en medio de cualquier mirada, o
de cualquier excusa que ponga el mundo para jodernos un poco. No, a ver, la
vida es dura, pero vamos a esquivar los golpes, cariño. Tú cierra los ojos que
yo te guío: sigue mis manos hasta donde termina tu cintura y empezamos a
hacernos felices. Y sé que se me da fatal la alegría porque los días nublados
me gustan demasiado. Siempre me miro en el espejo y me veo todos los insomnios;
y parece que las ojeras estaban antes que nadie. Si los espejos no están rotos,
entonces lo estoy yo. Pero entonces llegaste tú y ya no quise que la rutina
fuera otra. He dejado de pintarle salidas de emergencia a las alarmas. Tú
quédate a dormir otra noche más, y siempre, que te tengo preparada una vida
para el desayuno. Prometo una historia feliz, de esas cuyo final escribe el
tiempo, y no las personas. ¿Sabes?, en realidad no necesita ser perfecto, sino
simplemente real. Creo que ya es hora de no prestarle atención al reloj, y de
tener la seguridad de que ninguna de las dos volverá a llegar tarde.